jueves, 7 de abril de 2022

Una Situacion Comprometida

Nos besábamos apasionadamente en el sofá del salón. Nuestras bocas se comían una a la otra mientras las lenguas se entrelazaban entre sí. Nuestras manos desabrochaban botones y tiraban de camisetas hasta que nuestros cuerpos se tocaron piel contra piel.

En un momento decidí que estaríamos más cómodos en la cama. Recorrimos desnudos el pasillo hasta la cama de matrimonio. Me tumbé y me dejé hacer por él que me recorría a besos desde la barbilla, mordiendo mi cuello y lamiendo mis pezones de fresa sobre mis bonitas tetas blancas.
Yo le acariciaba el miembro erecto, que movía la cadera lentamente como si me estuviera follando la mano. Sus cuerpos ardían y sudaban, supurando sexo por cada poro.

Le miré a los ojos y le agarré de la nuca para volver a besarle de manera apasionada. Abrí las piernas invitándole a que se colocara sobre mí. Él no lo dudó y acomodó su cuerpo entre mis piernas. Paseó su glande por entre mis labios vaginales. Calientes. Babosos. Separándolos levemente sin profundizar. Haciéndome suspirar y que le pidiera, ansiosa, ser penetrada.
Con un golpe de cadera seco incrustó el glande en lo más profundo de mi vagina, sin poder evitar gritar. Me la dejó clavada un par de segundos antes de volver a dar otro golpe de cadera seco. Me retorcía de placer al sentirme empalada de aquella manera. Sin dejar de mirarme a los ojos, él comenzó un movimiento más constante. Entre suspiros, gemidos y esfuerzos siguió el polvo hasta que yo le pedía más: -La quiero por detrás.

Él puso “esa” sonrisa antes de permitir que yo me colocara en posición. A cuatro patas, con la cabeza en el colchón y con las manos atadas a la espalda con un lazo, yo me estremecía al sentir la lengua caliente de él recorrer la rajita caliente de mi coño hasta mi ojete. Allí se entretuvo en un magnífico beso negro. Lubricándolo y dilatándolo con sus dedos. Yo resoplaba mientras él no dejaba de lamer mi ojete.
Él dejó caer una sustancia viscosa y fría desde mis caderas. El espeso líquido se introdujo entre mis nalgas pasando por el agujero y aumentando la lubricación anal. Después untó su capullo para que la penetración fuera más fácil. Por fin colocó la punta de su polla en el ojo de mi culo y comenzó a presionar.

Con esfuerzo, la cabeza gorda de su polla fue abriéndose paso, dilatando el esfínter y profundizando en mi culo. Al principio sentí una punzada de dolor, como si se me rompiera el culo: -Aaaahhhh.
Él se detuvo esperando que el recto se adaptase al intruso. Respirando entrecortadamente le pedí que siguiera. Él continuó hasta encajar toda su polla en el mi culo: -Aaaho....ra...sííí...jooo...derrr
Yo respiraba muy fuerte al sentirme ocupada. Mi clítoris palpitaba de excitación, de mi coño manaba flujo caliente que resbala por mis muslos. Mi culo ardía con el roce incesante de su polla con el movimiento de vaivén.

Poco a poco comencé a disfrutar de la sodomía. No era la primera vez que me enculaban. Él era muy bueno dando por culo. Y yo lo disfrutaba. Pocas cosas me producen más morbo que estar maniatada a cuatro patas mientras me parten el culo.
Él se agarró a mis caderas, clavando sus dedos en mi cuerpo y comenzó a acelerar la follada. Yo gritaba pidiendo que me diera más fuerte. Que se corriera dentro de mi culo. Que me rellenase de esa leche caliente que tanto me gusta.

De repente, la puerta del dormitorio se abrió. En medio apareció mi marido. Con la mirada perpleja intentaba asimilar lo que veía. Yo, su mujer, me estaba dejando dar por culo por un tío al que él no había visto en su vida.
Mi amante no pudo aguantar más. La situación había hecho que su adrenalina corriese de manera temeraria y excitante. Con un grito desgarrador se corrió de manera abundante en mi culo delante de mi marido que nos observaba con los ojos muy abiertos. Yo casi de manera inmediata, también alcancé un sonoro orgasmo al sentir como la leche de mi amante rellenaba mi ano mientras mi marido lo veía todo desde la puerta del dormitorio.

Los dos caímos de bruces sobre la cama. Yo estaba exhausta. Derrotada y descubierta en mi infidelidad. Dos segundos después la tensión se podía cortar. Mi marido permanecía inmóvil y en silencio. Mi amante sacó la polla de mi culo produciendo un sonido de descorche. Yo, no pude evitar dar un grito al sentir como el miembro de mi amante me producía un vacío y mi ano latía por volver a su tamaño original.

La situación se volvió tensa. Violenta. Yo desnuda, tumbada boca abajo, sintiendo el semen salir de mi culo y con la cara hundida en la almohada. Incapaz de mirar a mi marido. No cabían excusas, ni explicaciones. Mi amante, en silencio se apresuró a salir de la habitación, aún desnudo y con la polla semierecta. Evitó mirar a los ojos del cornudo, al que tuvo que sortear para poder salir. Una vez en el salón recogió su ropa, se vistió y se largó.
Mi marido le miró con ojos asesinos. Con ganas de matarle pero incapaz de asimilar lo que había sucedido. Inmóvil me miraba y yo apretaba los ojos deseando que todo aquello fuera un sueño...

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